Si
comparamos la visión actual del trauma con la que se tenía antaño veremos que
ha evolucionado considerablemente.
Muchos
profesionales del campo de la salud mental -psicólogos, psiquiatras,
investigadores...- han invertido conocimientos, esfuerzo, tiempo... en esta
área y de alguna manera su empeño se ha visto felizmente secundado por un
importante auge en el sector de la neuroimagen.
Así
pues lo que anteriormente desde la perspectiva del clínico se podía suponer no
dejaba de quedarse atascado, la mayoría de las veces, en el mundo de las
hipótesis. Sin embargo, en la actualidad podemos ver qué sucede en nuestro
cerebro cuando resulta impactado por un evento que nos desorganiza o incluso
podemos llegar a efectuar estudios pre y post terapia comprobando de qué manera
reaccionan las estructuras cerebrales a los tratamientos que se aplican al
paciente.
Así
las cosas, metafóricamente hablando, podríamos decir que el trauma presenta su
hardware y su software...
Cuando
una persona recibe un impacto emocional traumático o cuando un individuo tiene
que soportar durante un largo tiempo unas condiciones de vida traumáticas, las
estructuras cerebrales no se quedan igual, reaccionan de otra forma distinta a
cómo hubieran reaccionado en caso de tranquilidad sin amenazas. En estas
situaciones se generan potentes descargas de neurotransmisores que bloquean
el camino del andar con normalidad. Podríamos aventurarnos y establecer que el hardware correspondiente a tal doloroso o desgastante evento se instaló en ese preciso momento en la red neurológica del afectado.
el camino del andar con normalidad. Podríamos aventurarnos y establecer que el hardware correspondiente a tal doloroso o desgastante evento se instaló en ese preciso momento en la red neurológica del afectado.
El
tiempo va pasando y ese hardware sigue allí pero por lo general sólo se activa
a partir de unos determinados inputs, se moviliza en función del software.
¿Y
cuál es ese software?. Vendría a ser el programa de funcionamiento que incluye
el pack de elementos que se dieron cuando se instaló el hardware y que lo
activa o inactiva en función de la presencia de estos en el día a día de la
persona.
Así
pues, ese software, por ejemplo, podría incluir:
-creencias
autolimitantes y/o pensamientos negativos en relación a consigo mismo del
estilo de...
"La
vida jamás me sonreirá"
"Nunca
consigo lo que quiero"
"Yo
no sirvo para nada"
"Soy
mala persona"
-emociones
tales como la culpa, la rabia, la impotencia...
-memorias
corporales - dolor, hormigueo, punzadas, olor...-
Resulta
básico tomar conciencia de cómo se estructura el trauma ,de los mecanismos que
lo desencadenan y de los tentáculos que éste extiende a lo largo de
nuestra vida palpando a tientas situaciones que de alguna manera se asemejan a
la inicial, a la que instaló el hardware. Así las cosas, mientras el trauma no
se aborda con la terapia adecuada -no todas son adecuadas-, el software
lo despierta y la vida del paciente, a ratos -unos más, otros
menos- sigue siendo una pesadilla.
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