EL DOLOR AJENO. 2015/07
Conforme las personas van comprendiendo la gran importancia que el factor emocional tiene para poder vivir el propio camino de una forma armónica, para criar a la prole con apego sano -que podría no resultar sinónimo a educar- y para vivir en una sociedad saneada emocionalmente hablando, vamos investigando, estudiando y aprendiendo en relación a conceptos tales como el trauma.
Existe un tipo de trauma que resulta prácticamente desconocido. Me refiero al trauma vicario también llamado trauma secundario.
El concepto de trauma vicario fue elaborado por Lisa Mc Cann y Laurie Anne Perlman en la década de los 90. Para las autoras, este fenómeno se produce cuando el profesional de la salud empatiza de una forma tan intensa con el paciente traumatizado que termina por sufrir una considerable transformación en sus sistemas de creencias y en sus propios esquemas cognitivos -que se ven afectados en relación al yo, a los otros y también en su visión del mundo-.
No obstante, podemos decir que el alcance de la definición puede llegar más allá de los confines profesionales. Me refiero a que este tipo de trauma puede ser experimentado en la vida personal cuando alguien cuida a un familiar enfermo o también cuando ese alguien se expone constantemente a un mismo tipo de material informativo -ver asiduamente reportajes donde existe muerte/dolor-.
Así las cosas, ese trauma vicario puede ser darse en diversas situaciones. El colectivo de riesgo podría ser el siguiente:
*el personal que atiende los servicios de urgencias
*los miembros del SAMUR
*el profesional de los servicios de oncología
*el terapeuta especializado en trauma
*Los miembros del cuerpo de policía
*Los miembros del cuerpo de bomberos
*Los familiares que cuidan al enfermo -oncología...-
*Los testigos del maltrato
*Los testigos del maltrato
*Letrados que se enfrentan a causas criminales
¿Y cuáles pueden ser los síntomas del Trauma Vicario?. Podríamos hablar de los trastornos del sueño, de la alimentación, dolores de cabeza... Psicológicamente hablaríamos de las alteración en la percepción, ansiedad, depresión, sobresaltos, anhedonia, salirse de la ventana de tolerancia con estados de hiperactivación o hipoactivación, excesivo sacrificio, negligencia para con uno mismo y para con la familia...
Es importante aclarar que no es lo mismo el Trauma Vicario que el síndrome de Burnout ya que mientras que el Burnout puede afectar a cualquier trabajador como consecuencia de la presión de factores inherentes del trabajo, el Trauma Vicario parece ser más común en el sector profesional en el que se trabaja con pacientes traumatizados, dónde el terapeuta o médico se halla expuesto a un caudal permanente de informaciones dolorosas en el que muchas veces se convierte en testigo del atormentado mundo interior del paciente cuando las cuestiones son de índole psicológico mientras que todavía se agrava más la situación cuando a quien le duele, ese dolor se enclava en su organismo en forma de enfermedad como puede ser la oncológica y el clínico trata de atender a esos pacientes que, por exigencias del guión, aprenden a pisar la delgada línea que separa vida y muerte.
Probablemente podríamos añadir otro aspecto diferencial entre ambos conceptos. Esta distinción se basaría en el matiz de la fatiga de compasión que puede llegar a cotas altas en el Trauma Vicario.
Se entiende como Fatiga de Compasión el proceso emocional en el que el profesional a partir de la empatía que siente por el enfermo tiene un gran deseo de liberarlo de su carga. Así pues en la Fatiga de Compasión aparece un considerable desgaste por parte de la persona -médico, psicólogo, pareja...- que la sufre quien puede fácilmente entrar en el área del estrés postraumático secundario que se refiere al proceso traumático de presenciar trauma -físico, mental, emocional- en otra persona de su círculo de trabajo o de relaciones -pacientes, familiares...-
La problemática se agrava cuando el profesional no tiene sus propias experiencias reprocesadas y aquí es donde entra en juego el factor resiliencia que se entiende como la capacidad de los individuos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Así pues, a mayor resiliencia menor será el riesgo de sufrir Trauma Vicario.
Parece ser que el hecho de que el individuo cuente en su haber con un sistema de creencias sólido actúa como factor de protección ante todo este tipo de problemáticas.
Es básico que quienes se dedican a tratar pacientes con trauma emocional o físico --cáncer...- comprendan la importancia de su autocuidado ya que tratar a los pacientes traumatizados supone efectuar el abordaje terapéutico de las partes que se disociaron del Yo. Así pues, las partes internas del mismo terapeuta también podrían verse reactivadas si se diese resonancia con las partes fragmentadas del paciente con trauma.
Por otro lado, parece ser que el factor temporal tiene una considerable importancia en el sentido de que el número de años trabajando en la clínica del trauma actúa como factor de riesgo. También parece incrementarse el riesgo de sufrir trauma vicario cuando el profesional en cuestión trabaja solo y no comparte con su círculo de colegas.
A la hora de prevenir este tipo de trauma, se aconseja una proporción equilibrada entre el trabajo y la vida privada; por tanto, la profesión no debería invadir el área personal del cuidador puesto que el desgaste iría avanzando sigilosamente y finalmente podría conducirlo al Trauma Vicario.
Los psicólogos especializados en el trauma tenemos muy presentes todas estas informaciones e insistimos en la necesidad de que los profesionales que desarrollan su actividad en el área del dolor -médicos, enfermeras, terapeutas...- se trabajen sus propias vivencias dolorosas para preservar su estabilidad y para no verse desbordados por el dolor del paciente y de esa forma, alejarse de las posibles negligencias causadas por la traumatización vicaria. El abordaje EMDR resulta ser un enfoque muy adecuado para estos casos.
Sería una excelente noticia y un enorme avance que los equipos directivos de los hospitales tuvieran más en consideración este tipo de información.
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TRAUMA: HARDWARE & SOFTWARE. 2015, marzo.
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TRAUMA: HARDWARE & SOFTWARE. 2015, marzo.
Si comparamos la visión
actual del trauma con la que se tenía antaño veremos que ha evolucionado
considerablemente.
Muchos profesionales del
campo de la salud mental -psicólogos, psiquiatras, investigadores...- han invertido
conocimientos, esfuerzo, tiempo... en esta área y de alguna manera su empeño se
ha visto felizmente secundado por un importante auge en el sector de la
neuroimagen.
Así pues lo que anteriormente
desde la perspectiva del clínico se podía suponer no dejaba de quedarse atascado,
la mayoría de las veces, en el mundo de las hipótesis. Sin embargo, en la actualidad
podemos ver qué sucede en nuestro cerebro cuando resulta impactado por un
evento que nos desorganiza o incluso podemos llegar a efectuar estudios pre y
post terapia comprobando de qué manera reaccionan las estructuras cerebrales a
los tratamientos que se aplican al paciente.
Así las cosas, metafóricamente
hablando, podríamos decir que el trauma presenta su hardware y su software...
Cuando una persona recibe un
impacto emocional traumático o cuando un individuo tiene que soportar durante
un largo tiempo unas condiciones de vida traumáticas, las estructuras
cerebrales no se quedan igual, reaccionan de otra forma distinta a cómo
hubieran reaccionado en caso de tranquilidad sin amenazas. En estas
situaciones se generan potentes descargas de neurotransmisores que bloquean el
camino del andar con normalidad. Podríamos
aventurarnos y establecer que el hardware correspondiente a tal doloroso o
desgastante evento se instaló en ese preciso momento en la red neurológica del
afectado.
El tiempo va pasando y ese
hardware sigue allí pero por lo general sólo se activa a partir de unos
determinados inputs, se moviliza en función del software.
¿Y cuál es ese software?.
Vendría a ser el programa de funcionamiento que incluye el pack de elementos
que se dieron cuando se instaló el hardware y que lo activa o inactiva en función
de la presencia de estos en el día a día de la persona.
Así pues, ese software, por
ejemplo, podría incluir:
-creencias autolimitantes y/o
pensamientos negativos en relación a consigo mismo del estilo de...
"La vida jamás me sonreirá"
"Nunca consigo lo que quiero"
"Yo no sirvo para
nada"
"Soy mala persona"
-emociones tales como la
culpa, la rabia, la impotencia...
-memorias corporales -
dolor, hormigueo, punzadas, olor...-
Resulta básico tomar
conciencia de cómo se estructura el trauma ,de los mecanismos que lo
desencadenan y de los tentáculos que éste extiende a lo largo de nuestra vida palpando a
tientas situaciones que de alguna manera se asemejan a la inicial, a la que instaló
el hardware. Así las cosas, mientras el trauma no se aborda con la terapia
adecuada -no todas son adecuadas-, el software lo despierta y la vida del paciente, a ratos -unos más, otros menos-
sigue siendo una pesadilla.
END
ORIGENES DEL TRAUMA PSICOLOGICO.-2014, diciembre-
El Trauma en la Actualidad
La historia del trauma psicológico presenta momentos activos de gran apogeo
en los que el trauma es abordado por los profesionales pertinentes mientras que
se alterna con períodos de silencio en los que se abandona esta temática. Sin
embargo, según Solvey (2004) es interesante destacar que el estudio del trauma
psicológico no decae por falta de interés sino por el efecto contrario ya que
el tema provoca tal controversia que periódicamente es abandonado.
Entrar en el tema del trauma psicológico es algo delicado ya que mientras
que comprender el trauma debido a eventos o catástrofes naturales nos puede
resultar comprensible y, por lo general, desculpabilizador, el trauma que se
refiere a la capacidad de dañar -abusos, omisión...- del propio ser humano nos
pone en el centro de mira y, de alguna manera, nos incomoda.
Durante los siglos XIX y XX se abordó este tema tres veces. Por supuesto,
cada una de estas fases estaba vinculada con un distinto enfoque político. La
idea actual de trauma psíquico se origina a partir de estos tres núcleos de
trabajo:
La etapa de la Histeria.
El trabajo prestigioso de Charcot en relación al diagnóstico de histeria
atrajo hacia el hospital de La Salpetrière, entre otros, a William James,
Pierre Janet y Sigmund Freud.
Eran famosas la "Conferencias de los martes" en las que se daban
demostraciones en vivo. La transcripción de una de ellas puede resultar
interesante para el tema que nos ocupa, según Goetz (1897), sigue así:
Se presenta una mujer en trance
hipnótico para demostrar un ataque histérico convulsivo.
Charcot:
"Apretemos ahora el punto histerogénico" (un ayudante -hombre- toca
la zona ovárica),"Aquí
vamos... a veces se muerden la lengua, pero es raro. Miren la espalda arqueada, tan típica..."
Paciente:
"Mamá, tengo miedo"
Charcot:
"Observen la descarga emocional. Si dejamos seguir, pronto tendremos la conducta epileptoide"
Paciente:
"Mamá, mamá" (llora).
Charcot:
"Observen esos gritos. Podemos decir que es mucho ruido acerca de nada".
Tanto Janet como Freud comprendieron la importancia de la historia de la
paciente.
Debemos tener presente que para Charcot lo más importante era registrar las
emociones de las pacientes de La Salpetrière -mendigas y prostitutas, víctimas
de violencia, de explotación y de violaciones- para así poder catalogarlas sin tomar en consideración
la vida íntima de esas mujeres. Sin embargo, Janet y Freud coincidieron de
forma independientemente llegando a la conclusión que era necesario hablar con
ellas, escucharlas.
Así pues, ambos autores alrededor de 1890 coinciden en que:
1. La histeria
era un cuadro provocado por un trauma psicológico (frecuentemente por haber
sido víctima de un abuso sexual en la infancia).
2. Este
provocaba un estado alterado de conciencia que inducía los síntomas.
3. Janet llamó
a esa alteración "disociación".
4. Breuer y
Freud lo llamaron "double conscience".
Freud crea una teoría del trauma y más tarde se retracta públicamente de su
teoría de la seducción. A partir de ese momento empieza a elaborar una teoría
del desarrollo humano, en la cual la mendicidad e inferioridad de las mujeres
eran puntos centrales de la doctrina. Cuando esa doctrina prospera y llega a
afirmar que el sentido de la justicia era más laxo en la mujeres que en los
hombres empieza el fin de esa etapa ya que tanto él mismo como el sistema
hubieran tenido que aceptar que todos esos actos perversos contra niños eran
endémicos en su sociedad. Resultó inaceptable y esto marcó el fin de una era.
Freud negó todo lo observado y de las ruinas de la teoría traumática de la
histeria nació el psicoanálisis que se dedicó al estudio de las fantasías y
deseos.
No es de extrañar que en la zona geográfica influenciada por el
psicoanálisis hubiera quedado bloqueada cualquier referencia al trauma durante
tanto tiempo.
Otro concepto que quedó apartado durante tiempo fue el de disociación que
viene de la mano del trauma y que se tratará en otro momento.
La Neurosis de Guerra
En la Primera Guerra Mundial murieron 9.000.000 de personas y en la Segunda
Guerra Mundial, 49.000.000 de personas.
La mayoría de muertes en al 1ªG.M. se dio en la trincheras donde los
combatientes estaban forzados a permanecer encerrados, con la constante amenaza
de aniquilación y siendo testigos de mutilaciones y muertes de sus compañeros.
Sin esperanza de salvación, muchos soldados empezaron a comportarse con
histeria -como anteriormente se había visto en mujeres-: gritaban y lloraban
fuera de control; se paralizaban y no se podían mover; se volvían mudos e
inexpresivos; perdían la memoria y la capacidad de sentir.
Se calcula que un 40% de la bajas británicas en la 1ªGM se debió a los
breakdowns que inicialmente fueron atribuidos a causas físicas tales como el
ruido de la artillería y la "conmoción cerebral" que se suponía que
ésta causaba; sin embargo, más tarde se vio que hombres que no estuvieron
expuestos a bombardeos ruidosos también presentaban bajas.
El hecho de que también comenzaran a aparecer algunos casos de héroes
condecorados que también eran víctimas de ese cuadro (shell shock, combat fatigue) llevó a reflexionar más detenidamente.
Un profesor de neurofisiología y psicología llamado Rivers, en 1917, empezó
a tratar estas víctimas con la "cura parlante", con dignidad y
respeto y constató que la motivación más potente para superar el miedo a la
guerra no era el patriotismo sino el compañerismo, el amor de los soldados
entre sí.
Es interesante apuntar que este principio se acuñó y posteriormente fue
aplicado en la 2ªGM en las tropas norteamericanas.
Cuando la 1ªGM terminó, rebrotó una vez más el desinterés médico en el
trauma psicológico. Los veteranos de guerra con esos cuadros eran una molestia
y el establishment miró hacia otro lado.
Al comenzar la 2ªGM de nuevo se abrió el tema de la neurosis de guerra. Se
apartó el concepto "fatiga de combate" reconociendo que cualquier
persona podría afectarse bajo fuego y se reconoció que las bajas psiquiátricas
podían predecirse en función de la frecuencia, duración e intensidad de las
batallas.
Se constató que el mejor antídoto para evitar estos cuadros era el vínculo
emocional entre los soldados y el grado de relación entre éstos, su grupo de
pertenencia y su líder.
El trauma sexual y doméstico.
Hasta hace poco tiempo se subestimaba la frecuencia e intensidad de los
hechos de violencia que son una rutina en la vida cotidiana, doméstica y sexual
de muchas mujeres.
En los años 70 Ann Burgess y Lynda Holstrom describieron los efectos
psicológicos de la violación. Se describió el "síndrome de víctima de
violación" donde se apunta que estos pacientes experimentan la violación
como un episodio que pone en riesgo su vida, con miedo a la mutilación y a la
muerte, sufriendo de insomnio, náuseas, hiperalerta y pesadillas, así como
síntomas disociativos o de anestesia. De nuevo, estos cuadros se asemejan a los
padecidos por los veteranos de guerra que estuvieron en combate.
Después de 1980, cuando se legitimó el concepto de estrés postraumático, se
pudo ver claramente que el síndrome psicológico constatado en supervivientes de
violación, violencia doméstica e incesto era el mismo que el observado en
supervivientes de guerras.
Las tres líneas de estudio convergían para llegar al concepto de trauma
psicológico.
Trauma Psicológico. Cocepto
La palabra "trauma" proviene del griego y significa
"herida".
Lo que hoy día puede llamarse TEPT, Trastorno de Estrés Postraumático,
anteriormente recibió distintos nombres: histeria, shellshock, fatiga de
combate, neurosis traumática.
Al llamarlo "neurosis" se suponía que debía haber elementos
previos en la historia del sujeto -debilidad...- sin embargo hoy se considera
que la respuesta del sujeto es enormemente adaptativa ante una situación de
peligro. Tal como sabemos, ante estas situaciones se despierta una respuesta al
estrés - lucha, huida o bloqueo-. Si ésta se mantiene en el tiempo cobra vida
propia, de forma latente, persistiendo cuando ya no es útil. En este punto, los
síntomas se desconectan de la fuente origen.
En 1980, por primera vez, el síndrome característico de trauma psicológico
se convierte en un diagnóstico formal: Trastorno de Estrés Postraumático
(TEPT).
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