Un día cualquiera te levantas y por aquellos
azares de la vida, te das de bruces con el terrorismo.
Desde hace un tiempo vamos tomado consciencia
de que hoy día sales tranquilamente de tu casa por la mañana y quizás no vas a poder
regresar. Así pues aunque contábamos con volver, por el camino pueden haber
surgido mil y un impedimentos y va y se nos queda la ropa en el tambor de la
lavadora de la vida esperando a ser tendida, aquel e-mail por responder, ese
abrazo por dar o ese perdonar a alguien, quizás a uno mismo...
Aunque siempre existe el riesgo de sufrir un
accidente, cuando este daño parte de la voluntad premeditada de alguien parecería
como si tuviera que doler más de lo que ya de por sí duele y puedes terminar
por sentirte como una de las bolas del bombo de la lotería escogida al azar
pero esta vez no premiada...
Quizás alguien se sintió de esta manera este 21
de agosto en el tren que iba de Ámsterdam a Paris, el pasado 26 de junio en dos
hoteles de Port Al Kantaui en Túnez, el 11 de marzo de 2004 en la estación de Atocha,
el 11 de septiembre de 2001 en la torres gemelas del World Trade Center...
Los atentados terroristas causan víctimas,
algunas dejaron la vida en ello, otras víctimas, las que sobrevivieron, arrastran
el dolor físico y emocional de las secuelas de aquello que les sucedió o de
aquello que vieron que sucedía a alguien o de aquello que saben que sucedió a
un ser querido en ese incidente... Muchas de ellas mantienen en mente la imagen
de aquel momento que invade su vida en forma de flashbacks o en sueños; estamos
hablando de las imágenes intrusivas a veces acompañadas de un olor característico
que se incrustó y que reconectan al sujeto con el núcleo del evento traumático y
le llevan a sentir ese dolor, esa rabia, ese miedo...
En la 16 Conferencia Europea de EMDR celebrada
este pasado mes de julio en Milano pudimos escuchar el testimonio de dos supervivientes
a actos terroristas internacionales: Luca Leodori, International
Business Development per Autostrade per l’Italia, quien vivió el ataque
terrorista del 2008 del Hotel Taj Mahal Palace en Mumbai y Alessandra Morelli,
delegada del Alto Comis. de la ONU para los refugiados quien sobrevivió a
un atentado en Mogadiscio en 2014.
Ambos testimonios fueron estremecedores.
Hotel Taj Mahal Palace |
Referente al ingeniero Leodori destacaría la
importancia que concedió al sonido de las ráfagas de disparos y las inacabables
detonaciones que iban explosionando en el hotel y también la serenidad de
despedirse de su mujer por el móvil comentándoles como estaban organizados los
seguros y las cuentas familiares.
De la intervención
de la sra.Morelli destacaría la sensación que pudo transmitirnos al relatarnos
como se sintió cuando vio que un vehículo kamikaze se dirigía hacia ellos:
"La explosión fue surrealista, aunque yo no era
nueva en los sonidos de la guerra ....
La explosión mató a los transeúntes y el sonido era
tan fuerte y profundo que cruzaba mi cuerpo como una flecha.
El humo y el olor a muerte alrededor se habían
infiltrado en el coche y comenzó a convertirse en tóxico. Me di cuenta de
inmediato de que estábamos siendo atacados por un vehículo kamikaze
Lo que yo había leído y aprendido acerca de las
tácticas terroristas me estaba
sucediendo ....
Nuestro coche se detuvo y no conseguíamos que funcionara,
a pesar de varios intentos de poner de nuevo en movimiento nos quedamos
atrapados...."
Ambos testimonios
comentaron que al regresar a su país y seguir sintiéndose mal se pusieron en
manos de terapeutas EMDR para superar su problemática y que en la actualidad ya
han vuelto a sus respectivos trabajos.
Se les concedió el
reconocimiento David Servan-Schreiber Award
2015.