GESTACION EMOCIONALMENTE ESTABLE. - G.E.C.- 2014, Diciembre.
Por lo general cuando se habla de lograr un embarazo sano se acostumbra
a hacer referencia a los aspectos físicos obviando, la mayoría de las veces, el
componente emocional.
Esta realidad no debería asombrarnos ni escandalizarnos. Si
reflexionamos podemos entender que resulta lógico que en una primera instancia
se haya prestado prácticamente toda la atención a los aspectos orgánicos, al
área médica -ginecología, obstétrica...-, sin embargo, podríamos decir que hoy
día el componente emocional está eclosionando y, a la vez que se reconoce, se
expande y toma fuerza.
En la actualidad, gracias a investigaciones provenientes de todos los
campos -medicina, psicología, neurobiología...- vamos entendiendo, poquito a poquito,
cómo funciona esa unidad funcional que se establece entre un organismo físico
-un cuerpo- y esas corrientes emocionales o de pensamiento que lo envuelven,
que lo circundan, y se entrelazan con él potenciándolo a su máxima expresión
pero que, en ocasiones, también lo enferman e incapacitan.
El embarazo y todavía más la concepción, representan la estación de
punto de partida para la experiencia de la maternidad. Y esa vivencia, a las
mujeres, nos agita por dentro, no nos deja igual. Y al mismo tiempo que un
anhelo nos palpita en las entrañas, se remueven las estructuras
cognitivo-emocionales sobre las que nos hallamos ubicadas y se reabren viejas
heridas que parecían haberse extinguido; sólo dormitaban.
¿De qué tipo de magulladuras emocionales estoy hablando? Principalmente,
me refiero a las heridas que se dieron
con la hebra que nos conectó con la vida, la madre.
Esa madre que puede serlo con todo su exponencial sentido, o puede
serlo únicamente a modo de título honorífico nos enlaza con la vida proponiendo
a nuestra tabula rasa un especial
ensamblaje cognitivo-emocional.
Y así pues, cuando la vida nos bendice con ese ser que tanto deseamos
que llegue, nos activa inputs que ya ni recordábamos o que creíamos superados pero
que en realidad yacían en los más recóndito de nuestra sombra camuflados por la
carcoma del tiempo y la polvareda del día a día.
El hecho de devenir madre nos conecta con el universo arquetípico de
esas madres que nos han precedido y origina que un pequeño o gran porcentaje de
nuestras reacciones sea secundario a esas creencias, supersticiones, dogmas,
miedos que hemos heredado.
Creo firmemente que...
"Ser madre reactiva el vínculo que nuestra niña interna tuvo con
la madre o con su figura de apego"
Si apenas existió vínculo con la madre biológica habrá que ver la
calidad de la relación de apego que tuvimos que no tendría por qué ser de baja
calidad.
Así las cosas, para conseguir una gestación
emocionalmente estable -GEC-
resulta muy aconsejable revisar el historial
personal y proponerse superar esos aspectos pendientes, tarea que nos ayudará a evolucionar en comprensión, armonía y
equilibrio.
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