Una de la áreas a tener en consideración por parte de los PSMR -Profesionales de la Salud Mental Reproductiva- cuando ofrecemos terapia a las pacientes que presentan dificultades en su fertilidad puede ser su parcela laboral y, como no, la forma y la actitud que la paciente presenta en ella. Muchas veces es necesario tomar conciencia de procesos tales como el acting-out como mecanismo de defensa que incluso puede apuntar contra una misma.
La competitividad y/o las exigencias despiadadas del mundo laboral, por lo general, acaban resultando tan tóxicas para el equilibrio hormonal de la mujer que trabaja y deseando ser madre no lo consigue, que podríamos estar apuntando la existencia de erosión traumática relacional la cual, por vía de los ejes Hipotalámico-Hipofisario adrenal y H-H-gonadal, acaba debilitando y/o fulminando las pocas esperanzas que le quedaba a ese endometrio, a esos óvulos, a ese corazón que desea engendrar...
Alguna cosa está pasando en nuestra sociedad cuando en las investigaciones se nos alerta de que las mujeres sin hijos tienen seis veces más probabilidades de ser recomendadas para un trabajo que las que son madres. Además, parece ser que cuando el colectivo de trabajadores tiene hijos, la percepción hacia el empleado no pasa por el mismo rasero que cuando se contempla a la empleada. Así las cosas, existe un sesgo de género que nos lleva a considerar que "las madres se perciben como menos competentes y comprometidas con el trabajo que las no-madres y que los hombres con o sin hijos" mientras que "los padres, en cambio, parecen más comprometidos con el trabajo que los hombres que no lo son".
En una sociedad avanzada, como la que creemos tener, la figura de la mujer que desea ser madre y a la vez quiere colaborar como un individuo más a nivel laboral y social debería estar mucho más protegida, cuidada o incluso, si me permiten, mimada. No en vano, del equilibrio de las madres depende el equilibrio de los vástagos, futur@s constructor@s sociales.
La competitividad y/o las exigencias despiadadas del mundo laboral, por lo general, acaban resultando tan tóxicas para el equilibrio hormonal de la mujer que trabaja y deseando ser madre no lo consigue, que podríamos estar apuntando la existencia de erosión traumática relacional la cual, por vía de los ejes Hipotalámico-Hipofisario adrenal y H-H-gonadal, acaba debilitando y/o fulminando las pocas esperanzas que le quedaba a ese endometrio, a esos óvulos, a ese corazón que desea engendrar...
Alguna cosa está pasando en nuestra sociedad cuando en las investigaciones se nos alerta de que las mujeres sin hijos tienen seis veces más probabilidades de ser recomendadas para un trabajo que las que son madres. Además, parece ser que cuando el colectivo de trabajadores tiene hijos, la percepción hacia el empleado no pasa por el mismo rasero que cuando se contempla a la empleada. Así las cosas, existe un sesgo de género que nos lleva a considerar que "las madres se perciben como menos competentes y comprometidas con el trabajo que las no-madres y que los hombres con o sin hijos" mientras que "los padres, en cambio, parecen más comprometidos con el trabajo que los hombres que no lo son".
En una sociedad avanzada, como la que creemos tener, la figura de la mujer que desea ser madre y a la vez quiere colaborar como un individuo más a nivel laboral y social debería estar mucho más protegida, cuidada o incluso, si me permiten, mimada. No en vano, del equilibrio de las madres depende el equilibrio de los vástagos, futur@s constructor@s sociales.