11.11.2018

Mujer, Fertilidad y/o Profesión

Una de la áreas a tener en consideración por parte de los PSMR -Profesionales de la Salud Mental Reproductiva-  cuando ofrecemos terapia a las pacientes que presentan dificultades en su fertilidad puede ser su parcela laboral y, como no, la forma y la actitud que la paciente presenta en ella. Muchas veces es necesario tomar conciencia de procesos tales como el acting-out como mecanismo de defensa que incluso puede apuntar contra una misma.

La competitividad y/o las exigencias despiadadas del mundo laboral, por lo general, acaban resultando tan tóxicas  para el equilibrio hormonal de la mujer que trabaja y deseando ser madre no lo consigue, que podríamos estar apuntando la existencia de erosión traumática relacional la cual, por vía de los ejes Hipotalámico-Hipofisario adrenal y H-H-gonadal, acaba debilitando y/o fulminando las pocas esperanzas que le quedaba a ese endometrio, a esos óvulos, a ese corazón que desea engendrar...

Alguna cosa está pasando en nuestra sociedad cuando en las investigaciones se nos alerta de que las mujeres sin hijos tienen seis veces más probabilidades de ser recomendadas para un trabajo que las que son madres. Además, parece ser que cuando el colectivo de trabajadores tiene hijos, la percepción hacia el empleado no pasa por el mismo rasero que cuando se contempla a la empleada. Así las cosas, existe un sesgo de género que nos lleva a considerar que "las madres se perciben como menos competentes y comprometidas con el trabajo que las no-madres y que los hombres con o sin hijos" mientras que "los padres, en cambio, parecen más comprometidos con el trabajo que los hombres que no lo son".

En una sociedad avanzada, como la que creemos tener, la figura de la mujer que desea ser madre y a la vez quiere colaborar como un individuo más a nivel laboral y social debería estar mucho más protegida, cuidada o incluso, si me permiten, mimada. No en vano, del equilibrio de las madres depende el equilibrio de los vástagos, futur@s constructor@s sociales.

3.29.2018

LOS HIJOS DE LA DONACIÓN DE GAMETOS


No es ninguna novedad que nuestra Sociedad se va viendo afectada por las disfunciones en la reproducción sin embargo a partir de los hallazgos de los doctores Edwards y Steptoe, el campo de la reproducción asistida ha evolucionado considerablemente.

Si bien en un inicio pareciera como si la responsable de todos los males del mundo era la mujer, en la actualidad cada vez va otorgándose tanta o más importancia al factor masculino que va mostrándose considerablemente sensible al tema de los disruptores endocrinos -sustancias químicas que alteran el sistema endocrino (ftalatos, benzofenonas, parabenes, bisfenol A...)-.

Así las cosas, cuando las inseminaciones o las transferencias dan ese fruto tan deseado y llega un bebé se abre una nueva duda para la pareja y es la que hace referencia a si merece la pena contar a los hijos que han nacido gracias a la donación de gametos. Por lo general, se trata de una cuestión que muchas veces, al no ver claro como actuar, se acaba postergando o sencillamente eternizando y no encontrando nunca el momento adecuado para abordar este tema con el hijo o la hija habidos por esa vía.

Salvo casos especiales, por lo general los profesionales de la SMR -Salud Mental Reproductiva- somos partidarios de que se explique a los hijos cómo pudieron venir a este mundo.


La edad a la que se aconseja ofrecer este tipo de información podria estar ubicada a partir de los 3 años hasta alrededor de los 10/12 y siempre teniendo  presente que cada niño es un mundo y que lo que resulta adecuado para un chiquillo puede no serlo para otro. Por esta razón el consejo de un professional experto en el tema puede ayudar a valorar si es un buen momento para el menor y también para esos mayores. Una vez efectuada la valoración de esa conveniència podrá pasarse a ver como puede darse la información para que sea integrada de la mejor manera posible.
Existen estudios que afirman que es menos perjudicial si los niños reciben información a una edad temprana acerca de su concepción vía donante  (Jadva, Freeman, Kramer & Golombok, 2009).

Así las cosas, parece ser que el secretismo en relación a la donación de gametos puede comportar distancia emocional entre los miembros de la família. Además el hecho de revelar de forma tardía la identidad al hijo o hija podria afectarle en relación a la construcción de su identidad adulta.

Por supuesto, lo importante en estos casos es no dejarse vencer por los tabús, o por el miedo a ser rechazado como papa o mamá. Si no se revela esa cuestión de identidad al menor debido a estos motivos, ese ruido de fondo puede seguir distorsionando la atmosfera familiar. En estos casos el consejo profesional puede resultar de gran ayuda para valorar la conveniencia y en caso de contemplar esa revelación como adecuada podrá analizarse de que forma se explicarà y como podrá procederse. 

Para lograr nuestro objetivo podríamos utilizar el abordaje EMDR  que además de ayudarnos a procesar los aspectos que nos bloquean en función de aquello que pasó, también podría echarnos una mano trabajando desde la óptica de la plantilla de futuro.

Finalmente, puede ser importante recordar el enfoque de la legislación efectuada en este tema en España, estamos hablando de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida (LTRHA) que, entre otros puntós- dice así “Artículo 5.5: "La donación será anónima, custodiándose los datos de identidad del donante en el más estricto secreto y en clave en los Bancos respectivos y en el Registro Nacional de Donantes”



3.10.2018

Por la ola de la mujer que va y viene pero no se detiene...


Transcurrido este importante 8 de marzo de 2018, retomo ese profundo sentir que me llevó en 2009 a pensar en "El bozal"

Por las palabras no dichas
Por las letras no escritas
Por los silencios dolidos
Por las manos honradas y no recompensadas
Por la ola de la mujer que va y viene pero no se detiene...

EL BOZAL. 
de Isabel Coch para Duoda (18/03/2009)



Quítame el bozal, vida. ¡Quítamelo!
Deja ir mis cuerdas libres

y yo suelto las vocales.

Verás como suenan de nuevo.

Las cantaré, una por una,

como la primera vez;

como si nadie forzara,

casi como del revés.


Un bozal impuesto, un bozal legado.

Quienes demasiado hablaban,

allí, dejadas de lado.


Quítame el bozal, vida. ¡Quítamelo!

Con casi cincuenta en la vida…

Ya no, gritar en silencio.

Ya no, silenciar mi grito.

El bozal, YO, me lo quito.


El bozal tan sabiamente burlado,

tan obviado, tan obviado…

Ese bozal tan llorado.

El cuaderno de la Lessing,

Gaite detrás de su cuarto,

Harent, Diótima, Muraro,

Duoda y las que allí se quedaron…


¡Mujeres!. Mujeres al fin y al cabo.

Hijas de hijas de hijas.

¡Mujeres! Ellas y el pecado…


Y el bozal no supo olvidar…

El bozal nos encerró.

Nos encerró en nosotras.

Nos encerró con nosotras,

con nosotras y el amor.


El bozal del no decir,

con el yugo del no hablar.

Deshaciendo nuestro hacer,

rehaciendo una vez más.


¡Mujer! Ya se abrió.

Tu misma te lo soltaste.

¡Mujer! Habla sin dolor.

Transmite todo tu amor

al hombre que lo perdió;

al hombre que, a sí mismo, una parte se robó.



POEMA "El bozal" dedicado a Duoda y leído por la autora en la Jornada 18/03/2009

1.20.2018

El trauma no resuelto genera más trauma.


Cuando miramos el mundo desde la perspectiva del trauma nos damos cuenta de la importancia que tiene el ajuste interno para lograr una visión y una actitud ante la vida lo más equilibrada posible. Si ese ajuste es deseable para una madre o un padre en relación al futuro equilibrio y bienestar de su prole, más necesario va a ser cuando la persona ejerce un cargo de importancia como pudiera ser el caso de maestros, médicos, psicólogos, abogados, jueces, políticos...

Por lo general, nuestro entorno social carece de una perspectiva profunda del elemento trauma. Así las cosas, cuando preguntamos a un ciudadano cualquiera qué es trauma para él, la mayoría de las veces se nos responde con un ejemplo que relata una situación dolorosamente espectacular como bien pudiera ser un atentado, un atraco, un terremoto, una muerte fulminante, etc. 
Cuando se percibe el trauma desde esta perspectiva estamos hablando del tipo de trauma que puede ser llamado T pero el trauma no termina en ese tipo de experiencias sino que va mucho más allá.

Los profesionales de esta área otorgamos tanta o más importancia al trauma t que aparece en minúsculas no por ser de calidad inferior sino solo para poder diferenciarlo de la otra categoría. El trauma t también llamado trauma relacional puede aparecer a partir de vivencias que nos erosionan en nuestros primeros tiempos y pueden tener mucho a ver con el equilibrio y/o las vivencias de nuestras figuras de apego.

Así las cosas, aunque muchas veces seamos resilientes, cuando el dolor nos supera y se estanca en nuestras redes neuronales corremos el riesgo de rompernos por dentro. 
Ciertas personas se dan cuenta de ello. Otras se fracturaron en tiempos tan remotos que para ellas esa fractura, sin ser normal, es su normalidad y le tiñe la visión… y la vida.

Cuando la disociación aparece en nuestra vida nos sugiere que algo no se resolvió y sigue latente en espera de ser activado cuando se den las condiciones adecuadas para ello.

Si seguimos la línea que nos brinda la teoría de la disociación estructural de la personalidad (Van der Hart, Nijenhuis & Steele, 2006/2008) entendemos que en nuestro interior podemos distinguir una parte aparentemente normal -PAN- que trata de hacer la vida del día a día y una parte emocional -PE- que sigue encadenada al trauma. En función de la gravedad del trauma podemos presentar disociación de nivel primario, secundario o terciario. Así pues el individuo puede presentar desde una leve disociación -primaria- que le ayuda a no contactar con el núcleo doloroso del trauma permitiéndole y ocasionándole una cierta conexión con su realidad hasta un nivel de disociación tan importante -terciaria- que su diagnóstico le lleva al TID -trastorno de identidad disociativo-.

Ver el mundo desde este prisma nos ayuda a ser conscientes de la importancia de nuestro ajuste para así poder estar presentes al máximo en nuestro interior sin pérdida de energía, sin fisuras, sin amnesias, sin dobleces… para pilotar nuestra vida desde nuestro asiento real y no desde la visión de un copiloto ajeno a nosotros mismos y que sigue encerrado en el miedo o la rabia o…los parámetros que experimentó en el momento de la vivencia traumática.

Si alguien se pregunta si realmente es tan importante el alcance del trauma podemos responder con algunos ejemplos...
Cuando un/a maestro/a presenta disociación, un alumno determinado podría activarle su PE que será la responsable de no tratar a ese niño de una forma profesional. El trauma no resuelto genera más trauma.

Cuando el/la psicólogo/a no tiene resueltos sus traumas puede llegar a efectuar una terapia irresponsable, afectando a sus pacientes. El trauma no resuelto genera más trauma.

Cuando un/a médico sigue conectado/a -consciente o inconscientemente- al elemento trauma su proceder no podrá ser todo lo profesional o impecable que éste/a desearía. El trauma no resuelto genera más trauma.

Cuando un político no sabe, no reconoce o no admite sus experiencias traumáticas puede llegar a poner en peligro a buena parte de la humanidad. El trauma no resuelto genera más trauma.

Cuando un padre o una madre se disoció para poder soportar “aquello”, una parte de él/ella seguirá faltando para poder querer y educar plenamente a sus hijos y correrá el riesgo de transmitirles parte de su programación errónea. El trauma no resuelto genera más trauma.

Es importante destacar que no todo profesional de la salud mental está especializado en trauma. 
Para quién desee informarse es importante recordar que la O.M.S publicó unas directrices sobre la atención de salud mental tras los eventos traumáticos .