5.01.2022

DE MADRES



El concepto madre ha ido evolucionando asido de la mano de los cambios religiosos, sociales.

De alguna manera la palabra madre siempre ha estado conectado con madre tierra, con la fuerza origen, con la creación, con la capacidad de dar vida y de ahí provienen símbolos, arquetipos, mitología... característicos de las distintas civilizaciones que nos precedieron: desde la estacional Deméter, madre de la caída Perséfone; hasta la perseverante, fiel y quizás domesticada Penélope madre de Telémaco pasando por Nut como madre de todos los dioses para la antigüedad egipcia. Sólo por nombrar algunas.

Tengamos también presente el peso que ha ejercido en nuestro subconsciente la imaginería religiosa, Las madonnas, esas vírgenes acompañadas típicamente por el Niño.

Y así, tejiendo y deshaciendo lo trenzado cual ilusa o quizás astuta Penélope, se construye desde fuera nuestro y a veces a pesar nuestro, un modelo de fémina que nos entroniza, a las mujeres, a las que se mostraban a imagen y semejanza, siempre a partir de unos esbozos no trazados por nosotras y matizados por parámetros tales como la pureza, la abnegación, el saberse comportar, el dar hijos, el saber estar, el no quejarse, el no decidir…


Y nos sentamos cual madonnas pero ahora ya empezando a tomar conciencia de como nos movemos en la vida, de lo que nos puede llegar a suponer esa ristra de preceptos, de tópicos, de programaciones, incluso de sesgos a la hora de ser diagnosticadas y/o medicadas. Y eso no nos deja igual, nos enferma cuerpo y mente.

¿Pero qué nos pasa cuando tratamos de ser nosotras?, ¿qué pasa en nuestro interior? ¿Qué coste nos comporta el autorespeto?.

Vienen ahora a mi mente los Cuadernos Inacabados de la Librería delle donne de Milano y palabras de Carla Lonzi cuando en Escupamos a Hegel escribe “El destino imprevisto del mundo está en el recomenzar el camino para recorrerlo con la mujer como sujeto”.

¡Ahí le has dado!

Cuando la mujer parte de su propio pensar y de su propio sentir, define su momento y re-escribe su historia.

Y es ahora cuando se expone a esa madonna en la plaza pública y se la puede entender de forma distinta, con o sin virginidad; con o sin bebé en los brazos; con o sin ganas de tener descendencia; con o sin posibilidad biológica de tenerla.

Y el sustantivo madre pasa a ampliarse, a amplificarse o incluso, para quién lo desee, a restringirse porque no toda hembra que da a luz va a ser una madre. Porque de madres, haberlas, haylas y para todos los gustos pero no toda hija parida ha conocido madre o ha sentido a esa madre suficientemente buena de la que nos hablaba Winnicott.

Así que nos toca deshacer esos entuertos, esos nudos mentales que tozudos se resisten y crean enfrentamientos y guerras internas, y también externas en el nombre de la Madre Patria. Una expresión ésta última que rozando la contradicción parecería querer acercarse a la antítesis ya que si Patria proviene de Pater/Patris, ese no es y no ha sido nunca el lugar de la Mater.

No mezclemos las cosas que ya vamos teniendo voto, y voz; que ya no estamos aisladas sino en comunidad, compartiendo.

Y así nos pensamos, nos creamos y re-creamos; entendiendo que hoy día el concepto ser madre es tan amplio que sigue ensanchando nuestros latientes -que no latentes- corazones.