4.23.2020

¿DE QUÉ FORMA COVID-19 PUEDE RELACIONARSE CON EL TRAUMA PSICOLÓGICO?


Si concebimos el trauma psicológico como cualquier tipo de experiencia que vivimos como amenazante para nuestra existencia y la de los seres que amamos, podremos fácilmente entender como nos sentimos cuando este virus nos acorrala en una de las esquinas del cuadrilátero de la vida y cual púgil enfurecido y desbocado va lanzando derechazos a diestro y siniestro, golpeando familias, dándonos dónde más nos duele.

La mayoría de las veces nos deja knockout y tenemos que refugiarnos en nuestros lares, sumando quincenas, tachando los días del calendario de nuestras vidas sin saber dónde nos conduce ese tiempo de descuento, este dantesco compás de espera.

No nos engañemos. No sólo se trata de ver y sentir como transcurren los días. En nuestro interior está pasando algo más. Si tomamos conciencia, podremos sentir como en cada uno de nosotros, a cada momento, en cada noticia se nos activan determinadas espoletas que quizás pertenecían a tiempos pasados…

Y es que a lo largo de nuestra existencia y en el legado emocional que hemos recibido ha habido de todo, desde guerras, pasando por cuarentenas de años faltados de libertad de expresión, llegando incluso hasta la sobreprotección emocional, hoy entendida como probable factor traumático. 

Así las cosas, el terreno emocional de cada uno de nosotros, aunque hoy día pueda parecer tranquilo, en algunos casos puede llegar actuar como el clásico campo de minas; una zona anteriormente de guerra que parece haber quedado en el olvido pero que en realidad contiene artefactos a la espera de ser pisados.

COVID-19 es experto en detonar emociones de cualquier calibre: dolor, miedo, terror, rabia, desesperanza, incomprensión, rechazo…
Y el caminante de la vida que, para sentirse seguro, aprendió a andar siempre por el mismo sendero se autoengañó creyendo que su parcela vital estaba impoluta, sin minas a la espera de ser activadas…

Los terapeutas sabemos y entendemos que la población general piense que un evento traumatizante ocurrido en el pasado ha caducado. Ciertamente, algunas veces nuestras capacidades, nuestros recursos personales, sociales… pueden actuar de una forma restauradora y tan resiliente que nos conducen a una sanación espontánea. Pero no nos engañemos, la mayoría de las veces eso no ocurre. Las minas traumáticas quedan depositadas allí y conforme va pasando el tiempo quedan ocultas por nuestro día a día, por el polvo y el barro del camino. No se aprecian a simple vista y el individuo sabe que estaban allí, pero desinformado, llega a creer que “eso ya desapareció”

Por otro lado, si la persona decidió explorar su terreno psicológico con la ayuda de un desactivador de minas emocionales, el proceso terapéutico puede haber eliminado núcleos traumáticos que de otra forma podrían haberse visto reactivados por la situación actual.

Pero ¿de que forma COVID-19 se relaciona con el trauma psicológico?
¿Cuáles pueden ser esas minas? Y ¿cómo pueden verse reactivadas?

  • ·        Si -en nuestra vida o la de nuestros allegados- hemos vivido algún tipo de trauma médico que no ha sido sanado – enfermedad larga o invalidante, intervención complicada, ingreso por enfermedad -incluso en la infancia-, COVID-19 puede reactivar el componente del miedo a enfermar.
  • ·        Si hemos vivido situaciones de desasosiego en el hogar o bullying en la escuela, la cuarentena puede sentirse como otro atrapamiento más, desencadenando ansiedad, tristeza…
  • ·        Si en algún otro momento ha existido quiebra económica familiar, la preocupación por el futuro puede verse desesperanzadamente amenazante para la vida.
  • ·        Si las inseguridades, el miedo… hicieron mella en la infancia de la persona, el componente de contagio puede reactivar aspectos obsesivos.
  • ·        Si nuestra vida es un engaño, es posible que al bajar el ritmo con la cuarentena podamos por fin ver la situación real y sentirnos deprimidos, incluso enfadados con las personas de nuestro entorno…
  • ·        A veces el miedo puede ser tan intenso que puede desconectarnos y vivimos sin sentir, semi-presentes, ajenos a la realidad de nuestro momento. Creemos sentirnos bien pero nuestro día a día puede estar lleno de lapsus, desconcentración, pesadillas.


En lo que a los menores se refiere es importante destacar que:
  • ·        Una mamá y un papá en armonía son una buena garantía para que el niño confinado pueda mantenerse dentro de la ventana de equilibrio
  • ·        Las imágenes repetidas de enfermedad y las noticias reiterantes de sucesos negativos pueden alterar la homeostasis del menor
  • ·        En función de la sensibilidad del menor, ver a los desconocidos con mascarilla puede activarle miedos.
  • ·        Al ver a mamá con mascarilla no es lo mismo interpretarlo lúdicamente que peligrosamente. Es básico saber cómo enfocarlo.

En esencia, las criaturas ven el mundo a partir de la mirada de esa madre, de ese padre que trata de educar lo mejor posible. Sin embargo, cuando existen dudas en este terreno emocional tan resbaladizo por efectos del virus, debemos de tener presente que el colegio de psicólogos más cercano siempre puede ofrecer pautas y contactos de profesionales expertos en estos temas.

Pero no olvidemos que COVID-19 no sólo reactiva núcleos pendientes del pasado, sino que también bombardea nuestro momento actual con agonías, con muertes, cebándose con la población vulnerable, especialmente con nuestros mayores. La mayoría de ellos, antes de COVID-19, ya conocían el confinamiento…


Madre

Y soy yo quien ahora te tiene,
madre mía, a su merced, turbada.
Diminutos tus huesos
y tu piel de ciruela que, si hablo,
se rompe. Enjabono tu vientre
y mis dedos resbalan por tus mustios
pezones y tus nalgas.

Madre mía, mi niña, cúmplase
esta rara inversión, y tengamos
tus cicatrices yo, tu corazón mis años.

                       Juana Castro “Del color de los ríos